
De un tiempo a esta parte estamos asistiendo a la evolución de los sistemas educativos tratando de centrarse más en los niños, en el trabajo en equipo, en inteligencias múltiples, manejo de los sentimientos… pero la realidad es que sólo algunos colegios han dotado a sus profesores de los medios y formación adecuada para enseñar inteligencia emocional a nuestros peques.
Es evidente que la felicidad futura de nuestros hijos depende de cómo aprendan a gestionar sus emociones y pensamientos desde pequeños y es nuestra labor como padres no delegar en los centros escolares toda la responsabilidad de algo tan importante como desarrollar su inteligencia emocional.
Cuando éramos pequeños no teníamos ni idea de que era eso de la inteligencia emocional. “no llores”, “no te enfades”, “haz esto”, “haz lo otro”, “porque lo digo yo”, “eres egoísta” eran frases que se usaban a diario para educar a los niños. Expresar tus sentimientos no estaba bien visto.
Poco a poco los tiempos van cambiando y cada vez nos damos más cuenta de que “ser el mejor”, “sacar las mejores notas”, no tener tiempo libre para jugar o escuchar frases desmotivadoras no es lo mejor para la salud emocional de los niños.
Hacerles conscientes de su yo, de su valor intrínseco, no condicionado por las circunstancias o comportamientos concretos, es muy importante.
Conseguir que los niños crean en ellos mismos, independientemente de los fracasos, que son parte de la vida, hará adultos felices y resilientes.
Los niños a lo largo de su infancia pasan por diferentes momentos vitales que van creando nuevas conexiones neuronales. Probablemente sean los momentos más importantes de su vida a nivel emocional, ya que es entonces cuando aprenden a gestionar sus emociones y sus relaciones sociales. Y nosotros como padres somos su ejemplo.
Muchas veces no somos conscientes de los cambios que están sufriendo y los juzgamos diciendo que no nos escuchan, que no quieren hacer una u otra cosa… pero la mayor parte de las veces les pedimos más de lo que pueden dar. No es que no quieran es que no pueden.

Las 10 Necesidades Emocionales Más Importantes Durante la Infancia
1. Vínculos afectivos sanos y seguros
El vínculo afectivo entre padres hijos se establece en los primeros años de vida. La clase de relación que los padres desarrollemos con nuestros hijos marcará su conducta, pensamiento y sus actitudes durante toda su vida.
Estos vínculos afectan en la representación que el niño desarrolle de sí mismo y la forma de relacionarse con los demás. Por ese motivo, un vínculo sano y seguro, será la mejor garantía para nuestros peques.
Es muy importante que el peque sepa que le quieres siempre, independientemente de su comportamiento, rendimiento escolar, etc. El contacto, los abrazos, besos crean un vínculo que aún en los momentos difíciles de enfado no se romperá.
2. Sentirse protegidos y cuidados
Los niños necesitan crecer en un entorno seguro. Sentirse protegidos, reconfortados, cuidados, es fundamental para su desarrollo
Cuando crecen sabiéndose protegidos aprenden a confiar en los demás y también en ellos mismos. Únicamente en un ambiente seguro y protegido ejercen su libertad, desarrollan sus capacidades y se relacionan con otras personas con respeto y siendo respetados.
Los niños necesitan límites y rutinas para sentirse seguros pero cuantas menos normas y límites pongamos les será más fácil cumplirlos. Eso no quiere decir que no podamos ser flexibles o saltarnos alguna vez algún horario.
3. Escuchar mensajes positivos
La amabilidad, paciencia y cariño en cualquier situación harán que vuestra comunicación sea más fluida. En un momento de estado de ánimo bajo, de pocas ganas de estudiar… lo mejor es buscar aquella frase de ánimo que les haga creer en ellos.
Es importante decirle cada día lo mucho que le quieres y que sepa que, pase lo que pase, confiarás en él.
Le encantará saber que te gusta estar con él, aunque tengas otras tareas y que te preocupas por cómo le ha ido el día, escuchando todo lo que te cuente.
Pídele las cosas a tu peque con educación y con tono tranquilo.
4. Expresar sus emociones sin ser juzgados, ni criticados
Nunca hay que menospreciar, ni burlarse de sus emociones. Lo que para ti puede ser algo trivial para el niño puede ser un mundo. Hay que respetar sus emociones, no se pueden prohibir. Ayúdale a gestionarlas, explícale que todas pasan, las buenas y las malas.
Que tus hijos tengan la seguridad de que les vas a querer y aceptar independientemente de lo que sienten y expresen es fundamental. Todas las emociones y sentimientos son legítimos. No hay que reprimirlos por miedo a ser juzgados o rechazados.
5. Escucha a tus hijos
Asegúrate de que siempre puedan contar contigo cuando quieran contarte sus cosas. Es importante escucharles poniendo toda tu atención, respetando sus sentimientos cuando te confían sus alegrías o tristezas y mostrando interés por sus emociones, sus pensamientos y sus logros.
Con un poco de voluntad por nuestra parte podemos escuchar todo lo que los peques quieran contarnos, si te lo cuentan es porque para ellos es importante.
Guía a tus hijos en el entendimiento de sus emociones con amabilidad y empatía. Solo necesitan que les escuches con atención. “Puedes llorar, no hay vergüenza en ello”
6. No etiquetar ni comparar con otros niños
Cuando etiquetamos a un niño solemos exagerar un rasgo que a veces solo existe desde el punto de vista de los padres, y el resto de particularidades del niño que le definen como persona, pasan desapercibidas. Al centrarnos en un solo rasgo de su personalidad, podemos olvidar que él es mucho más que su etiqueta.
Si ponemos etiquetas a nuestros peques contribuimos a potenciar la conducta que queremos evitar.
La comparación con sus hermanos, primos, amigos o compañeros de clase, provoca que nuestros hijos se sientan infravalorados. Afectará a su personalidad y su autoestima se verá erosionada. Todos los niños se valoran a sí mismo tal y como los hayan valorado los demás, sobre todo sus padres y educadores.
Además la comparación puede ocasionar que se enfade o se sienta compitiendo constantemente con quién es comparado.
7. No ser forzados ni obligados a nada
A veces tratamos de convencer a los peques de que hagan cosas aunque no les apetezcan, como darle un beso a la vecina o que comparta su juguete más preciado con otro niño. Las razones que les damos son “porque hay que hacerlo” o porque “la otra persona se puede sentir mal”, pero no tenemos en cuenta cómo se sienten nuestros hijos haciendo cosas que no quieren hacer.
Al obligarles les estamos transmitiendo el mensaje de que “hay que hacer las cosas por los demás sin importar tus sentimientos o tu opinión”. Esta idea queda grabada en sus cabezas desde pequeños y después, cuando se hacen mayores, nos gustaría que sepan decir no, que sean capaces de expresar sus propias opiniones, en definitiva que sean asertivos. No parece ser el método más eficaz para conseguirlo.
En vez de obligar lo que tenemos que hacer es enseñarles a tomar sus propias decisiones, a que expresen sin miedo sus sentimientos, tiene que saber elegir y ponerse en el lugar de los demás para comprender cómo se pueden sentir los otros, todo esto sin sentirse forzados a hacer cosas que no desean.
8. Ser un buen ejemplo de calma emocional y respeto
Como padres a veces experimentamos situaciones de estrés en las que es realmente complicado mantener la calma, si no lo hacemos puede resultar perjudicial con la forma en que queremos educar a los peques, debido a que su estado de ánimo puede verse condicionado por el nuestro. Los niños suelen imitar nuestro comportamiento copiando esta forma de reaccionar en lugar de otras conductas más flexibles, que son las que deberían adquirir.
Si conseguimos mantener la calma y tratamos de refrenar unas reacciones exageradas resultará más sencillo educar a nuestros hijos para que sean responsables, y respetuosos. Tenemos que esforzarnos para mostrar a nuestros hijos la mejor versión de nosotros mismos.
9. Amor incondicional en los niños.
El amor sin condiciones es la base sobre la que se sustenta la felicidad de adulto. Cuando los niños sienten que sus padres les quieren de una forma incondicional se desarrollarán siendo unos niños seguros de ellos mismos.
El mecanismo para afirmar la seguridad en si mismo del niño se produce durante toda la infancia y necesita del amor incondicional, es ese amor que se da sin juzgar ni esperar una compensación, sin cuestionar nada.
No hay que confundir amar sin condiciones con no poner límites o no educar, el amor incondicional supone ayudarles y darles cariño en cualquier situación. A pesar de un enfado, o cuando su comportamiento no es el que esperamos… es necesario que noten el amor en tu mirada.
10. Creer y confiar en los niños
Todos los niños necesitan que los padres crean y confien en ellos, si creemos en ellos les hacemos crecer emocionalmente y contribuimos a su felicidad
El hecho de creer en los peques supone estar vigilantes a sus inquietudes y necesidades incentivando sus sueños, atendiendo a sus sentimientos y orientando como afrontarlos, aunque sean en momentos difíciles.
Como resultado de creer en los niños y depositar nuestra confianza en ellos se respetarán a sí mismos y a los demás y podrán desarrollar su personalidad y su potencial pudiendo relacionarse de forma plena y satisfactoria con el entorno.